Por cuestiones de trabajo debo de viajar muy a menudo, son viajes casi siempre cortos de dos o tres días y casi siempre dentro de España. En todas estas ocasiones he tenido que alojarme en hoteles, paradores e incluso pensiones. Tengo que decir que a veces nos engañan con lo de las calificaciones, he estado en hoteles de cinco estrellas en los que dos le sobran y paradores en los que podría alojarse un rey, también en pensiones de mala muerte que no se las aconsejaría ni a mi peor enemigo y en pensiones que debería ser hoteles.
No digo solo que un hotel sea bueno por la comodidad de las habitaciones, que eso dice mucho, sino que también valoro mucho la calidad de los artículos que me ofrecen, por ejemplo, unas toallas mulliditas y unas sabanas buenas se ven a legua, sin duda las compran en resuntex.es. En los hoteles debemos valorar los detalles que hacen que sea clara la diferencia entre un cinco estrellas y uno con dos. La comida, un tema muy contradictorio porque hay personas que prefieren mucha cantidad de platos en los bufet sin tener en cuenta la calidad de la comida, no es ser exigente, pero yo prefiero menos cantidad y variedad y más calidad, en este tema algunos hoteles dejan mucho que desear. El trato a los clientes también es importante para mí. Prefiero estar y seguro que estoy más a gusto en una pensión u hotel de tres estrellas en donde soy atendido con agrado por parte del personal a estar en cinco estrellas en el que el recepcionista es un cayo malayo.
Todos estos detalles han de tenerse en cuenta si queremos que nuestra estancia sea buena y agradable. La calidad no tienen por qué estar reñida con la cantidad y se puede encontrar un equilibrio que permita tener de lo bueno lo mejor y por poco.
Recuerdo perfectamente una pequeña pensión al norte del país en las que las habitaciones no eran para tirar cohetes, pero estaban pulcras, impolutas, y además la cocina era sublime, unas carnes guisadas con mucho esmero y una variedad no muy extensa pero si muy conseguidas. Sin duda estos lugares son los que te dejan huella y son estos detalles los que te hacen volver si la ocasión lo requiere. No es ser crítico con los lugres que visito, es ser selectivo y querer lo mejor para uno mismo.
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